En una de las primeras entradas hablábamos de lo que era la felicidad para las personas, y de eso es de lo que trata la axiología, la ciencia que estudia los valores. Generalizando, se encarga de estudiar todo aquello que nos hace felices, los valores, y lo que nos hace felices pero nos lo prometen, los contravalores.
En numerosas ocasiones nos «venden» contravalores como si fueran los valores definitivos, por los que hay que decantarse y que seguro nos darán la felicidad que todos los seres humanos queremos. Sin embargo, pueden darnos felicidad momentaneamente, o incluso hacernos creer que nos dan felicidad sin llegar tan siquiera a eso, pero lo que es seguro es que repentinamente nos daremos de bruces con la realidad y nos percataremos de que era efímero, una simple ilusión. ¿Habéis visto el tráiler de Alfie? Bien, pues esto es justamente lo que le pasa al protagonista que encarna Jude Law: Alfie es el prototipo de soltero mujeriego y juerguista, al cual no le tiembla el pulso a la hora de acostarse con la primera que se cruce en su camino; a Alfie le interesan los placeres de la vida y no las responsabilidades. Todo le ve muy bien, le encanta su modo de vida, hasta que algo cambia en su vida…
Todo esto se recoge en la Pirámide de Maslow, que, formulada por el psicólogo americano Abraham Maslow, pone orden a las necesidades que debemos saciar para acceder a nuevas necesidades superiores y que se supone que deberían hacernos más felices. Se podría decir que esto es lo que le pasa a Alfie y lo que le pasa a todas esas personas que «viven del cuento», optan a necesidades superiores, como el reconocimiento social, sin tener apoyo familiar o afecto. Esto repercute de un modo primordial en nuestras, pues la ausencia de felicidad es la ausencia de amor, y sin amor, no somos nada.